Las lámparas son elementos a los que estamos tan acostumbrados que para nosotros es como si siempre hubieran estado ahí, pero seguro que os encantará conocer, ya que tiene su miga.
Según la Real Academia de la Lengua Española, una lámpara es un “utensilio o aparato que, colgado o sostenido sobre un pie, sirve de soporte a una o varias luces artificiales”.
Todos sabréis que antes de llegar la luz eléctrica hubo unas lámparas más rudimentarias que funcionaban mediante un líquido oleoso y una mecha (y el uso de este sistema se remonta al Neolítico superior, y fue el origen de lo que hoy conocemos como lámpara primitiva.
Es curioso que este tipo de lámparas se sigan utilizando hoy en día en algunos lugares remotos por tribus para iluminarse al carecer de electricidad todavía.
Posteriormente aparecieron muchos tipos de lámparas en zonas bañadas por el mar Mediterráneo entre las que seguro que recordáis la famosa lámpara de aceite de la que sale el genio al frotarla, o las lámparas descubiertas que se agarraban por un asa y tenían en aceite al descubierto.
A partir de la edad media, ya se comenzaron a utilizar las lámparas de aceite que conocemos hoy en día, sobre todo por estratos sociales altos y por la iglesia, que tenían su origen en las zonas mediterráneas y provenían a su vez de Egipto.
Hoy en día existen lámparas de todo tipo, de pie, de sobremesa, lámparas de exterior, de techo, balizas, incluso las linternas son un tipo de lámpara portátil, evidentemente mucho más práctico y cómodo que cualquiera de las otras opciones si nuestra necesidad es para estar en movimiento.
Las lámparas han pasado de ser un objeto que se adquiría por necesidad a un elemento decorativo y de los que más opciones tenemos para decorar nuestro hogar.
Hoy en día es muy importante seleccionar la lámpara adecuada para cada estancia y zona exterior en la que la queramos colocar, saber qué intensidad de luz necesitamos, el estilo, color, forma y todo aquello que sea relevante para que case a la perfección con el entorno.